Javier Fernández ha logrado deshacerse por fin de la mayoría accionaria del Real Sporting de Gijón, club que presidía hasta el pasado 28 de junio. Tras el fallecimiento de su padre hace menos de un año, sus intereses han cambiado y el club ya no se encontraba entre ellos. Sin embargo, ningún inversor cumplía los requisitos monetarios fijados por el jefe rojiblanco hasta la llegada del grupo mexicano Orlegi Sports, comprador del Sporting por la friolera de cuarenta millones de euros. La familia Irarragorri, propietaria del grupo en sociedad con otros empresarios mexicanos, ya había mostrado previamente intereses de comprar un club español.
Según José Ángel García, jefe del departamento deportivo del diario gijonés El Comercio, “se sabe que buscaban una ciudad con cierto pedigrí que pudiera resultar también interesante para el tema mundialista”, pero sus intentos fallaron con la Romareda de Zaragoza cuyo Ayuntamiento echó abajo el proyecto. Así, desembarcaron en Gijón, siendo la mejor opción con “un club que puedes moldear con una escuela deportiva y una ciudad con potencial para intentar desarrollar un proyecto urbanístico entorno al estadio”, afirma García.
Cierto es que las complicaciones que acarrean las intenciones de modificar la ciudad alrededor del equipo son notables y no todo el mundo está dispuesto a ceder esa parte de cambios urbanísticos a un grupo empresarial, el club rojiblanco parece estar dispuesto a entrar en debate. La compra está muy respaldada tanto a nivel político e institucional como a nivel social, en parte por los años de descontento de los aficionados con Fernández, avivados por deudas acarreadas por la familia y por la baja posición en la que se encuentra el equipo.
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Un modelo de negocio tan innovador, como es el que ofrece el grupo Orlegi actualmente presidido por Alejandro Carlos Irarragorri, apoya la necesidad de dejar atrás el pasado y mirar al futuro.
Según el periodista del Comercio, quieren trasladar la dinámica que siguieron en México con el Atlas Fútbol Club o el Club Santos Laguna, equipos que también poseen, a Gijón, creando unas escuelas deportivas interesantes pero con un objetivo prioritario, la ampliación del Molinón. De esta forma, se demuestra que el interés del grupo mexicano no es únicamente devolver al club a primera sino también la notoriedad que aporta la oportunidad de ser sede mundialista y de luchar por ello.

Su comunicación no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados. Se centran en seducir a los medios nacionales, como el Marca o del As, pero prestan menos atención a medios regionales ya que saben que la imagen no se crea en Gijón ni Oviedo sino en Madrid, ciudad que ha sido casa para la firma de la compraventa. Su imagen es buena de cara al exterior, una de las bases del reconocimiento para poder entrar en cualquier tipo de proyecto.
Sin embargo, los ovetenses han demostrado su descontento con la inversión para la ampliación del Molinón por la descompensación que crea con su propio club y por la rivalidad entre Orlegi y el grupo Pachuca, propietario del Real Oviedo. Y no son estos los únicos que se han posicionado en contra, existiendo varios aficionados que, por motivos históricos, no quieren que se altere el estadio ya que posee el campo más antiguo de España que se tendría que mover varios metros, perdiendo así dicho título.
A pesar de los gritos de la oposición, se prevé una modernización y profesionalización del Real Sporting de Gijón al que los nuevos propietarios prometen sacar el mayor partido y conseguir que alcance su
máximo potencial.