Monumental pelea de boxeo la que se vivió en Las Vegas, Nevada el pasado 16 de septiembre. Sobre esto hay poco debate.
Durante la pelea Golovkin lanzó más golpes, impactó más y su eficacia fue ligeramente inferior al Canelo que impactó 33% de los golpes por un 31% del Kazajo.
Siempre se ha dicho en el mundo del boxeo que un aspirante a título mundial tiene que demostrar algo más, lo que se traduce en tirar más golpes y llevar la iniciativa, sin embargo la estrategia de Canelo fue huidiza aunque lícita y con una defensiva muy bien ejecutada. El hecho de que fuera más eficaz, por muy poco, responde a la ventaja que tendrá siempre un contragolpeador nato, que espera espacios para lanzar golpes certeros, esperando el error del rival. Lo contrario a lo ejecutado por Golovkin, achicando el cuadrilátero y trabajando su jab para poder habilitar espacios donde impactar golpes de poder a un Canelo que por momentos corría con mucha habilidad y eludía al campeón de los pesos medianos.
Nada que objetar al gran plan de pelea del mexicano, pero no le dio para la victoria y así lo confirman peleadores como Juan Manuel Márquez, Fernando Vargas o Julio César Chávez Junior. El empate tampoco en un descalabro ni el robo del siglo, mantiene a Golovkin con sus títulos mundiales, el niño mimado del Pago Por Evento no pierde la pelea y se evidencia la opción de una nueva pelea por el desempate, por lo que los fanáticos del boxeo también salimos recompensados.
Lo que huele muy mal son las tarjetas que otorgaron 118 – 110, un disparate mayúsculo que no tiene sentido. De hecho la Comisión Atlética de Nevada anunció la suspensión de Adalaide Byrd.
Bob Bennett, director ejecutivo del órgano que sanciona el deporte en el estado de Nevada, dijo que Byrd necesitaba un “pequeño descanso”.
Adicionalmente, debería ser investigada por la repercusión de sus cartulinas en el negocio de las apuestas, otro mundo nada ajeno al devenir de este deporte.