En estos días se ha reabierto el debate sobre cómo afectarían las nuevas medidas de control de Internet en los países de la Unión Europea tras los atentados de París. Reino Unido es el estado que se ha mostrado más decidido a realizar cambios profundos en el control de las telecomunicaciones de la misma forma España y Alemania han declarado que tomarán medidas oportunas a corto plazo. Por el contrario,Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, opinó públicamente que en primer lugar era necesario reflexionar y tomar un tiempo prudencial antes de adoptar cualquier medida: “No hay que reaccionar inmediatamente después de una tragedia para no cometer el error de ir demasiado lejos o quedarse demasiado corto”. Desde luego son palabras que transmiten coherencia y serenidad al contrario de las famosas “medias excepcionales” que ya proclama el primer ministro británico, David Cameron, político cuya seña particular y rasgo definitorio es siempre la de tomar medidas inusuales, ejercidas bajo su propia presión y entonándolas de manera esporádica entre la agitación colectiva y mediante acciones que generan -repentinamente- turbación en el seno de la Unión Europea.
Sin embargo, lo que me resulta curioso de estas reacciones políticas es que a día de hoy ya somos espiados por los gobiernos y no entiendo qué otras medidas incorporarían cuando la CIA tiene acceso a SKYPE (¡sí todas tus conversaciones están almacenadas!) a través de Facebook, de Google y de las huellas digitales que dejamos por el camino mientras surfeamos por Internet: ustedes pueden consultar los pormenores del Caso Snowden, Wikileaks, Proyecto Prisma y para mayor atrevimiento los famosos USB espías de Putin en la cumbre del G-20.
Al hilo de esto el pasado año vine estudiando una materia llamada “Internet and Regional Governance” en la Universidad Libre de Bruselas (VUB), durante todo ese tiempo en la primordial capital europea no solo había leído decenas de artículos relacionados con el tema en cuestión “Surveillance” sino que también pude reunirme con expertos de todo el mundo y debatir innumerables situaciones de lo que ya definimos casi de manera unánime – tanto expertos, intelectuales periodistas y curiosos-, como la “sociedad en red”. En las charlas incluíamos situaciones distópicas y de control social al estilo V de Vendetta o Un Mundo Feliz (desde luego con un grado de exageración contenida); en nuestras argumentaciones había un manifiesto común denominador y es el resultante del control de la información por parte de los gobiernos junto con la ausencia paulatina de las libertades. Es decir, que abordar un debate ahora sobre la toma de nuevas medidas de monitorización de las telecomunicaciones, y especialmente Internet, pertenece a una realidad de indefensión de los ciudadanos frente al control gubernamental ya asumida…(sigue más abajo)
Una historia sobre espionaje jamás contada (1 de 2)
Esta situación debe ser contrarrestada en el seno de una sociedad madura, como es a veces la europea, si bien como reitero en más de una ocasión: los poderosos pueden ser incluso más ricos sin necesidad de que los pobres seamos más pobres. Esta lucha de libertades queda bien explicada en mi artículo “Data Protection in the EU in the new global scenario” en él desgranaba hace casi un año el tira y afloja que existe entre la Unión Europea y el gobierno de Obama después del escándalo del Proyecto Prisma. A día de hoy resulta muy beneficioso para la sociedad que estas prácticas de las agencias de inteligencia, que en no pocas ocasiones vulneran los derechos fundamentales de los ciudadanos, sean debatidos públicamente dentro del juego democrático.
Como periodista, que no puede dar fe de lo que no ve, resulta imposible opinar sobre un hecho no constatado (me impacta leer la ligereza de muchos compañeros a la hora de opinar de lo que pasa en Siria o de los secretos mejores guardados de Al Qaeda). Sin embargo, sí puedo analizar los acontecimientos desde la cobertura de los medios de comunicación. Por ejemplo, Francia desplegó 80.000 soldados en las últimas semanas y creo que con no más de 10 hubiera sido suficiente para bloquear a la célula terrorista de la que ya se tenía conocimiento. Entonces afloran varias interrogantes: ¿por qué pudieron campar libremente e incluso huir por unas horas de la redacción de Charlie Hebdo unos terroristas tan potencialmente peligrosos? Bien, hagamos un poco de memoria: los servicios secretos internacionales son capaces de espiar jefes de Estado (ver Wikileaks o el Proyecto Prisma) pero se les escapa de las manos el terrorismo interno, ciudadanos monitorizados por la policía y los servicios secretos donde se dispone de cuentas corrientes, teléfonos, datos de internet, información laboral, familiares, traslados y principalmente su número de pasaporte francés. No quiero alentar las teorías de la conspiración pero no me cuadra. No se trata de un comando infiltrado extranjero, NO. Se trata de criminales fichados por la gendarmería nacidos en Francia. Tampoco es una revolución del Islam, ¿acaso 2 asesinos representan 3,5 millones de musulmanes en Francia? ¿Es posible que estos hechos corran en beneficio de la política de la Europa comunitaria para reformar la ley de inmigración y seguridad? Existe la posibilidad y sea o no cierto es muy sano que al menos nos lo cuestionemos.
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